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¿NECESITA CHILE UNA REFORMA TRIBUTARIA?

A continuación, reproducimos la columna de Luis Felipe Lagos, macroeconomista de LyD, publicada en La Tercera.


A juzgar por una mayoría de los candidatos a la Presidencia de la República, la respuesta a si  es necesaria una reforma tributaria es afirmativa y ésta debería ser una maxi reforma para recaudar una cifra entre US$ 9.000 a 13.000 millones, 3% a 4,3% del PIB. Los objetivos son aumentar los ingresos permanentes del Fisco y mejorar la equidad tributaria, para en ultima instancia avanzar en la redistribución de ingreso. Sin embargo, es poco probable que se logren estos objetivos con las propuestas divulgadas de reforma tributaria.
Veamos por qué. La propuesta de la candidata de la Concertación más PC -por ejemplo- postula, en términos generales, un alza de la tasa del impuesto a las empresas de 20% a 25% y un cambio en la base de tributación para sus dueños, desde utilidades percibidas a utilidades totales o devengadas, lo que se conoce como eliminación del FUT. El aumento de tasas y, en mayor medida, el cambio de base, tendrá efectos negativos sobre el ahorro, inversión, crecimiento y empleo; lo que reduce la recaudación tributaria y deprime los salarios. Esto último debido a que la menor acumulación de capital disminuye la productividad del trabajo. La incidencia de un mayor impuesto al capital recae, al menos parcialmente, sobre los ingresos del trabajo.
Las investigaciones empíricas tratan de aproximarse de distinta manera a los efectos de alzas de impuesto sobre la economía. Un primer tipo de estudio analiza los efectos de mayores impuestos corporativos sobre la tasa de inversión. Todos los trabajos para Chile, salvo uno, encuentran efectos negativos que son más significativos para las empresas pymes, dadas sus restricciones de financiamiento. Un segundo tipo de estudios considera el impacto que tiene la disponibilidad de financiamiento interno de las empresas -utilidades reinvertidas- sobre la tasa de inversión. Los resultados son muy interesantes: incluso para grandes empresas la menor disponibilidad de estos recursos afecta negativamente la inversión y será más significativo para las pymes que mayoritariamente dependen de este tipo de fondos para su financiamiento. Una reforma tributaria que eleva la tasa corporativa y elimina el FUT precisamente reduce los fondos internos disponibles, con el consiguiente efecto negativo sobre inversión. Por cierto, la menor inversión en ambos casos determina un menor crecimiento de la economía.
Un tercer tipo de investigación se pregunta por los determinantes del crecimiento del pib per cápita en una perspectiva de largo plazo. Entre ellos se incluye el gasto de gobierno. El mayor gasto de gobierno tiene efectos negativos debido a que lleva aparejado mayores impuestos. Sólo si el mayor gasto corresponde a inversión pública y no desplaza inversión privada, entonces tendrá efectos positivos sobre el pib per cápita. Un mayor gasto en educación que resultara en mejoramiento de la calidad de esta, financiado con impuestos eficientes, es decir, que no perjudiquen el ahorro e inversión privada podría ser este caso. Lamentablemente, las propuestas nos hablan de gratuidad universal en la educación universitaria, pero de calidad, muy poco.
Con respecto a la distribución de los ingresos, es poco factible una mejora sustantiva en ella recurriendo a incrementos en impuestos cuando cerca de un 80% de la población esta exenta del impuesto a la renta y estos tienen efectos negativos en los salarios y empleo. En cambio, un gasto social bien focalizado en calidad educacional junto a la creación de empleo, particularmente en los jóvenes de menores ingresos y mujeres, contribuye a seguir mejorando en materia de redistribución.
Chile requiere reducir la evasión e impulsar una reforma que mejore la eficiencia del sistema tributario, transitando de un impuesto con base ingresos hacia base gasto para incentivar el ahorro e inversión. El impuesto al gasto es más eficiente porque no distorsiona la decisión de consumir hoy versus consumir en el futuro, al no gravar el retorno del ahorro e inversión.
Adicionalmente, es más equitativo ya que admite tratar de igual forma el ahorro de personas y empresas, y al considerar tasas progresivas permite que los que más gastan paguen más impuestos.

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