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¿ES TAN ALTA LA DESIGUALDAD EN CHILE?

Estamos acostumbrados a escuchar que la desigualdad en Chile es muy alta, que no mejora, y que de esto se deriva buena parte del descontento social. Este discurso ha justificado la proliferación de una multitud de políticas redistributivas, que hoy en día representan, por cierto, la mayor parte del gasto público, en desmedro del gasto en bienes públicos e incluso, en algunos casos, del crecimiento económico. Es curioso que, luego de varios años en que la principal política social del Estado ha consistido en aumentar el gasto en estos programas, los niveles de desigualdad sigan siendo tan alarmantes, como nos muestran los indicadores oficiales. En efecto, estos indicadores suelen considerar los ingresos autónomos y los ingresos monetarios de las familias, pero no reflejan que su nivel de consumo total es mucho mayor debido al efecto que tienen las políticas sociales que permiten que las familias más pobres en Chile tengan acceso gratuito a la vivienda, a la salud y a la educación. Evidentemente, los indicadores que no toman en cuenta estas transferencias no monetarias, no reflejan de manera apropiada la desigualdad en términos de calidad de vida.

INGRESOS CONSIDERANDO LA POLÍTICA FISCAL

Las familias de mayores ingresos ganan varias veces más que las de menores ingresos en Chile. Sin embargo, esta comparación es incorrecta para medir desigualdad debido a que mientras las familias de menores ingresos reciben servicios de salud, educación y vivienda gratuitos o fuertemente subsidiados, las familias de mayores ingresos tienen que financiar estos servicios por su propia cuenta, los que representan una parte importante del presupuesto familiar. Con la información de la encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) es posible tener una idea del consumo que una familia hace de los subsidios en salud y educación. Estos servicios se pueden valorizar sobre la base del gasto que significan para el Estado. En el caso de la vivienda, la encuesta CASEN imputa un valor para el arriendo de la vivienda que ocupa la familia. Con estos valores se puede construir un ingreso total corregido, que refleje mejor el nivel de vida que tiene la familia, considerando el efecto que tiene la bastante generosa política social de Chile.

La Tabla Nº 1 muestra el índice de desigualdad 10/10 (1)  en Chile para distintos tipos de ingresos familiares, para poder apreciar el efecto que tiene la política social sobre la distribución de ingresos. El índice 10/10 muestra cuántas veces más, en promedio, gana una persona que pertenece al 10% más rico de la población, en comparación con una persona del 10% más pobre.

Vemos que en el caso de los ingresos autónomos, es decir, los ingresos generados por las propias familias, la dispersión es bastante alta y no se observa una tendencia a la baja. Al considerar los ingresos monetarios, que corresponden a los ingresos autónomos más los subsidios monetarios que reciben las familias, la diferencia en los ingresos se reduce de manera importante, además de mostrar una importante mejora entre 2000 y 2006. Al considerar los ingresos monetarios más el arriendo imputado, observamos una reducción adicional de este índice. Por último, cuando incluimos los subsidios que las familias reciben en educación y salud, el índice 10/10 alcanza niveles comparables con los de países europeos, que se caracterizan por su baja dispersión de ingresos.

La Tabla Nº 2 muestra el índice 10/10 para algunos países europeos y para la Unión Europea como región. Vemos que el índice de desigualdad que incorpora las políticas sociales en Chile, alcanza niveles comparables con los de países como Dinamarca o España. Si bien la comparación entre los valores de las Tablas Nº 1 y Nº 2 no es tan directa, porque los valores de la Tabla Nº 2 no consideran el efecto de las políticas sociales de sus respectivos países, la comparación sí es razonable, debido a que en estos países europeos, los subsidios en educación y salud llegan a toda la población, mientras que en Chile juegan un rol importante como mecanismos de redistribución de ingresos. La Unión Europea tiene un índice 10/10 bastante mayor al de cada uno de sus miembros. Esto se debe a que los países que componen la Unión Europea son bastante heterogéneos entre sí. El valor del índice 10/10 de la Unión Europea es comparable con el nivel que tiene en Chile este índice considerando sólo los subsidios monetarios y el arriendo imputado.

EVOLUCION DE LA DESIGUALDAD

En cuanto a la evolución que han tenido los índices de desigualdad en Chile, se suele ver con preocupación que éstos no muestran mejorías en el tiempo. Sin embargo, el análisis más detallado que hace el economista Claudio Sapelli de los datos, revela que las nuevas generaciones sí tienen niveles cada vez menores de desigualdad, lo que no se percibe al considerar los datos de manera agregada. El Gráfico Nº 1 muestra la evolución del Gini promedio por cohorte en Chile. Observamos que las generaciones más jóvenes tienen niveles de desigualdad mucho menores que antes, y la tendencia es decreciente. Si bien los datos del Gráfico Nº 1 mezclan distintos efectos que inciden en la desigualdad, en su libro, Sapelli muestra que una vez aislado el efecto de la cohorte, se sigue observando un patrón decreciente de la desigualdad durante las últimas décadas.

Si bien es cierto que en Chile existen importantes diferencias sociales, las cifras nos indican que (i) el efecto de la política pública actual las estaría reduciendo significativamente a niveles comparables con países europeos, y (ii) que no es cierto que estemos estancados en materia de desigualdad. Las generaciones más jóvenes muestran niveles cada vez menores de desigualdad, como parte de un proceso estructural de largo plazo.

El principal problema de desigualdad en Chile tiene que ver con la de ingresos autogenerados, escasísimos en el decil más pobre, y no con los niveles de vida de las familias. Esto plantea un escenario completamente distinto para la política pública que las tradicionales políticas redistributivas. Las políticas redistributivas, que han crecido de manera importante durante la última década, justamente desincentivan la generación de ingresos por cuenta propia. El desafío de la política pública no es la de destinar más recursos para los sectores menos favorecidos, sino que estos sectores aumenten su productividad y participación en la generación de recursos, reduciendo así su dependencia del Estado.

Las políticas sociales exitosas deben ir traduciéndose en un cada vez menor gasto social. Luego, seguir aumentando el gasto redistributivo sería inconsistente con una voluntad real de derrotar la pobreza, la dependencia y mejorar la igualdad de oportunidades.

CONCLUSIÓN

Al considerar el efecto que tiene la política social mediante los subsidios monetarios, en vivienda, salud y educación, observamos que los niveles de desigualdad en Chile no son malos. De hecho, son comparables con los niveles que muestran los países europeos. Tampoco es cierto que ésta se encuentre estancada, ya que se observa que las generaciones más recientes muestran cada vez mejores distribuciones de ingresos, fenómeno que no se logra observar al considerar los datos agregados.

La desigualdad más importante en Chile es la de ingresos generados por las propias familias y no en calidad de vida. Esta realidad plantea un escenario distinto para la política pública, ya que  seguir con la redistribución de ingresos desincentiva la generación de ingresos por cuenta propia. El desafío para la política pública es incentivar la productividad y participación de los sectores más vulnerables, lo que debería ir traduciendo en un cada vez menor necesidad de gasto en programas redistributivos y adopción de políticas económicas que fomenten la creación de nuevos empleos.

(1)     Los índices 10/10 del ingreso autónomo y monetario difieren de las cifras oficiales, porque para hacerlos comparables con valores internacionales, los deciles fueron construidos sobre la base de personas y no de hogares.

(2)     Los subsidios imputados corresponden a estimaciones preliminares de una investigación en proceso de Henoch y Valdivieso.

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